Los muertos no salen.

"Los muertos no salen, dijo. Lo que pasa es que no podemos con el peso de la conciencia...José Arcadio Buendia enterró la lanza en el patio y degolló uno tras otro sus magníficos gallos de pelea, confiando en que en esa forma le daba un poco de paz a Prudencio Aguilar."

Veamos.

Pués he dicho Yo, que la conciencia hay que guardarla, pues es ella quien nos condena o nos salva...¿He dicho Dios? No,
Dije Conciencia, conforme a tu conciencia así será tu día delante del Juez Supremo, si es que no se ha jubilado aún.
Los muertos no salen o salen, que importa, la verdad es que empezamos a escuchar voces, cuando la conciencia no está reposada en paz.
Los muertos no saldrán, pero la conciencia sale todas las noches, a escupir, a maldecir, a culpar, a recordar, a reírse, a condenarnos, Jajajajajajajajaja !!.
Los muertos no salen, y aunque salieran, ¿qué importa?, lo que jode es cuando hablan, cuando dictan hacia la conciencia, y se grita "Cállate", quiero Paz.
¿Qué se puede hacer?
Levantar un altar, en sacrificio vivo, derramar sangre, que limpie la culpa, sentirse perdonado, sentirse restaurado, sentirse renovado.
Pués eso hizo José Arcadio Buandia, un sacrificio vivo,
Sacrificó sus gallos, derramó la sangre, esperanzado de que aquella voz, aquel muerto que le hablaba a su conciencia, se callara.
Le Ofreció al Muerto Aguilar, sangre de gallo,... a un ave de rapiña.
Para que se saciara, y se callara la boca, no mencionara palabra alguna que dictara y culpara sus conciencias.

Macondo era entonces una aldea

"Muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo."

Estudios Antropológicos, demuestran que las antiguas civilizaciones se comunicaban con signos, señas, señales, figuras, y usaban sonidos, y una que otra palabra para comunicarse.
Pero si muchas cosas carecían de nombre, entonces podríamos estar ante una sociedad,vaga, descuidada, en querer tener un inventario de sus cosas, conocerlas, y obviamente llamarlas por su nombre.
Si no tenían nombre quizás estemos ante una sociedad, poco cultivada, o descuidada en su orden social.
Estamos ante una sociedad de pocas letras...Macondo.